El Mexicano Hoy: Retrato de un Liberal Salvaje (2011)

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LEXIA Insights & Solutions

Por Guido Lara, Benjamín Salmón, Claudio Flores Thomas y Marcos Robles

Resultados del primer estudio de 2010 llevado a cabo por LEXIA y Gauss, por encargo de la revista NEXOS, en el cual se buscaba “medir las aspiraciones de los mexicanos. ¿Qué sueñan, qué esperan, qué anhelan, repudian o añoran de su país y de ellos mismos? ¿En qué confían, cómo se definen frente al futuro y frente al pasado? ¿Quiénes son aquí y ahora, más allá de generalizaciones sociológicas y estereotipos históricos? Aquí los resultados de ese histórico trabajo.

La tarea fue emprendida mediante un amplio estudio de rango nacional.

Un primer componente fue cualitativo, realizado por LEXIA, en grupos de discusión (open groups), con entrevistas a gente de todos los niveles socieconómicos, ocupaciones y edades, en todas las regiones del país.

El otro, cuantitativo, fue una encuesta levantada por la empresa Gaussc en mil 794 hogares, durante la última semana de noviembre del año 2010.

El estudio cualitativo permitió generar las guías para el cuestionario de la encuesta cuantitativa y dio el marco para la interpretación.

La encuesta identificó nueve dimensiones de la sensibilidad nacional mexicana: las aspiraciones y problemas básicos de los mexicanos, los factores que inhiben el futuro deseado, el esfuerzo requerido para alcanzar los sueños buscados, la forma en que los ciudadanos se ven a sí mismos, la forma en que ven el país, la potencialidad de México en el orden mundial, el estado del nacionalismo revolucionario, los niveles de acceso y consumo de información.

Es importante considerar que este estudio no busca entender a los mexicanos como votantes, o sea consumidores en un mercado electoral, sino comprender sus sueños y anhelos, los temas que les preocupan en lo personal y cuáles son, para ellos, las barreras que les impiden alcanzarlos

Los resultados del estudio arrojan varias sorpresas.

La primera es el profundo individualismo. En proporción abrumadora los mexicanos creen en sí mismos más que en el país donde viven. Todo o casi todo lo esperan de su propio esfuerzo, poco o nada de la calidad política, económica o social de la nación que han construido.

Los mexicanos tienden a poner sus sentimientos de pertenencia en la familia. No existe más, si alguna vez existió, algo parecido a un sueño o una aspiración común, un sueño mayoritario que comparta siquiera la mitad más uno de los mexicanos.

La confianza casi irrestricta en sí mismo y la desconfianza radical en el Estado y sus instituciones arrojan el perfil de lo que provocativamente hemos llamado un liberal salvaje, queriendo decir con ello que estamos frente a un ciudadano que no reconoce en el fondo otro ethos que el del bienestar personal y familiar, ni otro derecho que el de resolver su vida con los medios a su alcance, perjudiquen éstos o no a su comunidad y a su nación.

La segunda gran revelación de este estudio es que, en sustitución de la unidad de propósito y la cohesión nacional de que México presumió alguna vez, se han configurado en estos años de la democracia y la pluralidad al menos cinco temperamentos mexicanos, en muchos aspectos incompatibles entre sí: cinco variedades de identidad, sensibilidad y proyecto.

Buscando nombrar estos perfiles de la identidad mexicana, hemos acuñado cinco categorías no académicas, de aire más bien lírico, cuya descripción es parte central de este informe.

Esas categorías son las siguientes:

Nostálgicos tradicionalistas

Constituyen el 30% de los encuestados. Suelen creer que el pasado fue mejor, que los mexicanos carecen de rumbo, que los sueños son inalcanzables y que se ha arraigado entre nosotros una mentalidad de perdedores. Consideran, en cambio, que el país es mejor y más grande que su gente: creen que los ciudadanos le han quedado a deber a México. Sostienen, de hecho, que el país se mueve con rumbo (74%) y que cuenta con lo necesario para convertirse en potencia mundial (38%).

Entre ellos priva la noción de que los esfuerzos personales no bastan: aunque el 61% considera que en México cada quien jala por su cuenta, el 54% sostiene que las aspiraciones sólo se podrán cumplir cuando se emprenda un esfuerzo colectivo.

Los nostálgicos tradicionalistas pertenecen a los estratos económicos bajos. El 40% se ubica en los niveles socioeconómicos D+ y D/E, que según los criterios mercadológicos corresponden a las clases populares.

Se trata de un grupo formado en su mayor parte por mujeres y amas de casa (56%), así como por personas mayores de 50 años (29%).

En esa franja sin jóvenes prácticamente no existe acceso al consumo de información. En las aspiraciones personales de los nostálgicos tradicionalistas los temas relacionados con bienes materiales son prioritarios.

El 52% cree que el principal problema de los mexicanos está en la crisis económica, el alza de precios, el desempleo y la pobreza. Aspiran, sin embargo, a un México educado como rasgo principal para el país.

Sintomáticamente, el cuidado de los ancianos forma parte del México de sus sueños.

El 49% de los nostálgicos tradicionalistas habita en el centro del país, el 28% en el sur/sureste y el 23% en el norte.

Soñadores sin país

He aquí al 25% de los mexicanos: jóvenes de entre 25 y 34 años que forman parte de las clases medias y proceden, en su mayoría, de zonas más urbanas que rurales (niveles socioeconómicos C y D+).

Este temperamento cuenta con fuerte presencia en el centro (42%), pero es al que adscriben más habitantes del norte del país (40%).

 El 85% de los ocupantes de esta franja cree que los mexicanos saben a dónde van, pero que México no tiene rumbo: a diferencia del grupo anterior, sienten que la nación le ha quedado a deber a su gente.

Con todo, perciben que el país se mueve más rápido que lo que opina el resto de los grupos (75%). Para ellos los sueños pueden hacerse realidad, pues los mexicanos poseen cultura de triunfadores.

Más que los nostálgicos tradicionalistas, se sienten en posesión de alguna capacidad de cambio.

Los soñadores sin país tienden a tener poco acceso a la información y no muestran gran interés en los asuntos nacionales. No privilegian, tampoco, aspiraciones personales específicas: más que en poseer lo básico, aspiran a que México sea mejor y ocupe puestos relevantes a nivel mundial (46%).

Los principales inhibidores del futuro son para ellos la mala calidad de la educación y del empleo, la corrupción, el incumplimiento de la ley y la falta de esfuerzo conjunto de los mexicanos.

Su México ideal sería uno seguro, en el que el rasgo principal fuera la justicia. Sólo el 18% de este grupo radica en el sur/sureste.

Pesimistas indolentes

Este temperamento comprende al 20% de los mexicanos. Se trata del grupo de mayor poder económico: 64% pertenece a los niveles socioeconómicos AB/C+ (clases altas y medias altas) y 14% al C (la clase media típica).

El 91% pertenece al estrato urbano y el 55% radica en el centro del país. El pesimismo indolente se caracteriza por un alto consumo de información y un notable interés en los asuntos nacionales: mientras al 51% le interesa, a secas, lo que ocurre en México, el 38% de ese grupo confiesa interesarse en esos temas “algo” o “mucho”.

Hablamos de un grupo en el que tiende a haber más hombres, profesionistas y ejecutivos. Hablamos del grupo más bancarizado de la nación y en el que la proporción Círculo Café (la parte más informada y consumidora de noticias de la sociedad) es mayor.

Los pesimistas indolentes comparten la idea de que el país va por mal camino, no se mueve o se mueve en reversa.

Comparten la idea de que México se encuentra lejos del país deseable. Su México ideal sería uno con oportunidad de empleo y con economía en buen estado.

Las metas prioritarias: realización personal y bienestar para su familia.

La educación es el rasgo más importante en el país que este tipo de mexicano desea habitar. El grupo considera los valores educativos como mecanismo fundamental de la movilidad social.

Optimistas sobre el futuro

Un 16% de los mexicanos cree que el país se mueve en tercera o cuarta velocidad.

No sólo considera que México tiene rumbo y dirección: sostiene que la situación ha mejorado si se compara con la que vivieron sus abuelos, y afirma que los mexicanos se están aproximando al país de sus sueños. Es una de las franjas que cree con mayor certeza que México no necesita de Estados Unidos para desarrollarse (56%).

En este temperamento, fincado sobre todo en las clases populares (27%), se ubica uno de los porcentajes más altos de jóvenes de entre 15 y 24 años (34%).

Los optimistas sobre el futuro afirman tener la capacidad de cambiar no sólo su situación personal y la de su familia, sino de mejorar la situación general de México.

No creen que la mala educación, la corrupción, la falta de esfuerzo conjunto y la baja calidad de los empleos sean obstáculos que impidan el logro de las aspiraciones.

 Su esfuerzo personal, más que el colectivo, puede convertirse en vehículo que mueva al país entero.

El 86% cree que México tiene todo para salir adelante.

Este grupo comparte con los pesimistas indolentes la idea de que la educación es un motor de cambio fundamental: el 20% aspira a tenerla y considera sus valores como el rasgo principal del México deseable.

Los optimistas sobre el futuro sólo necesitan cuatro paredes para trazar el futuro: creen que una vivienda adecuada es lo que se necesita para tener mejor calidad de vida.

El dato es significativo: 33% radica en el sur/ sureste y forma parte del grupo con mayor presencia en esa región.

Nacionalistas inconformes

Una minoría reacia a mirar el futuro conforma el sector más crítico de las instituciones y de la situación del país.

Los nacionalistas inconformes representan al 9% de los mexicanos.

 El 95% cree que el México de sus abuelos fue mejor, el 51% considera que el país se mueve en reversa o no se mueve, y el 86% opina que México se halla lejos de los sueños y las aspiraciones.

El 58% pertenece al nivel socioeconómico D (clases bajas o populares).

Es el grupo con mayor presencia de jóvenes de entre 15 y 24 años (35%).

El 45% habita en el centro, el 29% en el sur/sureste y el 26% en el norte. Para ellos las instituciones son el inhibidor principal de las aspiraciones.

El mayor mal de México: la corrupción.

A diferencia de los nostálgicos tradicionalistas, que creen que el esfuerzo colectivo puede destrabar el desarrollo, estos desencantados del presente se sienten obligados a emprender esfuerzos solitarios.

Sostienen que México tiene todo para salir adelante, pero lamentan que a la población le importe más el futuro que el rescate del pasado.

El 71% cree que México puede progresar sin ayuda de Estados Unidos.

Los nacionalistas inconformes tienen el porcentaje más alto de población rural y el menor grado de bancarización.

Su acceso a la información es menor que el promedio. Lo mismo su interés en los temas nacionales.

A nivel personal, para este temperamento es prioritario contar con buen empleo.

Los rasgos recurrentes en el país de sus sueños: un México igualitario en el que se respeten las leyes y los ciudadanos sean honestos. Un país sin corrupción.

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Jesús Rivera

Jesús es bibliotecónomo egresado de la Escuela Nacional de Biblioteconomía y Archivonomía en 2017, se ha desarrollo en atención a usuarios en distintas áreas de mercado, cuenta con distintos cursos impartido por INEGI para el manejo de su plataforma, su experiencia en la industria es de 2 años. Expertise en gestión de información, diseminación selectiva de información y el uso de distintas bases de datos, en LEXIA se desarrolla como

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